¿MUERTE A LOS SINDICATOS?


Voy a hacerme eco de una noticia que he encontrado en un blog del que soy asiduo UN DIA SIN TV. Hace referencia al ataque sistemático que está teniendo el movimiento sindical por parte de la caverna española. Soy partidario de un sindicalismo sin ataduras al poder político ni económico, para realizar una labor de lucha obrera libre condicionantes capitalistas  y con el solo interés de la defensa de la clase trabajadora;  otro tipo de sindicalismo más combativo y libre muy alejado del que practican hoy en día los sindicatos mayoritarios.
Dejando claro esto, es necesario repetir ciertas obviedades sobre la necesidad de un movimiento sindical fuerte y del cambio y regeneración de éstos, mediante la participación y la afiliación. También hay que reiterar para qué valen los sindicatos, así, tanto trabajador tonto útil de derechas va retomando un poco la conciencia de si mismo.
Aunque el artífice del video es un lacayo del grupo PRISA (una empresa al fin y al cabo) y hay que escucharlo con la guardia en alto, comparto lo que dice.


¿Muerte a los sindicatos?
Por Iñaki Gabilondo

(http://www.fsc.ccoo.es/webfscmadrid/menu.do?Inicio%3A462994#.UOVWs7qWBaY)

Nueva moda. Rajar de los sindicalistas. Algo fácil y barato, por cierto. Lo llevan en la solapa ciertos políticos, lanzando mensajes subliminales sobre su actual falta de utilidad para los trabajadores, politización, corrupción, derroche económico. Resulta curioso: Los mismos que alientan al escarnio público, suelen lanzar piedras cargadas por sus propias mezquindades.

Además, la destrucción del sindicalismo hace mucho más fácil la labor de los gobernantes, sin movilizaciones ni huelgas, especialmente la de quienes dirigen tras la cortina. Qué bien estaríamos si no existieran los sindicatos, piensan algunos.


El problema es que esa frase por la que suspiran los gobernantes "Qué bien estaríamos sin sindicatos" empieza a calar entre la gente de a pie, con un discurso cargado de improperios, gritos, oportunismo, mala leche y, sobre todo, un enorme vacío de argumentos que se resume en: "Para lo que hacen, mejor que no hagan nada", "Por mi los echaba a todos y los ponía a trabajar", "Están vendidos, no se mueven, no están con los trabajadores". Luego terminan reservándote para el final el placer de oír la raída historia de: "Conozco a uno que está de liberado sindical.".


Confesar ser liberado sindical, en estos tiempos que corren, es un auténtico pecado capital. Mejor inventar cualquier otra cosa antes de que te descubran. Te pueden acechar en cualquier esquina, a cualquier hora: sacando dinero, haciendo la compra, recogiendo a tus hijos en el colegio. Cualquier lugar y excusa es buena, para utilizar como insulto la palabra "sindicalista".


Se puede ser banquero chupasangre, se puede ser político en cualquiera de sus muchos cargos (concejal, alcalde, o delegado provincial.) y trincar todo lo que se quiera, aceptar sobornos y trajes, realizar chantajes, revender terrenos públicos, recortarle el sueldo a los trabajadores o directamente despedirlos sin indemnización. Se puede, incluso, aumentar el recibo de la luz a los pensionistas hasta asfixiarlos, o salir en fotos besando niños y ancianos mientras los colegios y asilos se caen a trozos, cobrar dos o tres sueldos en tres cargos diferentes, declarar a hacienda que se está arruinado mientras se cobra de mil chanchullos distintos, para que su hijo obtenga la beca que le permita comprarse una moto a costa del Estado.


En este maldito país se puede ser lo que se quiera, pero no sindicalista.

Nadie se acuerda ya de la última huelga, aquella en que nadie de la empresa fue, excepto los dos afiliados que perdieron el sueldo de aquel día, para que luego se firmara un acuerdo que les subió el sueldo a todos. Incluso a aquellos que escupieron sobre la huelga.

O de Luís, ese hombre que estuvo 30 años cotizando, y que gracias a la pre-jubilación que se consiguió en su momento, puede ahora, con 60 años y despedido de su puesto, tirar para adelante sin necesidad de buscar un trabajo que nadie le ofrecería.


Recuerden también a Marta, la chica de 23 años que estuvo aguantando un jefe miserable con aliento a coñac, que le obligaba a hacer más horas extras para tener un momento de intimidad donde poder acosarla mientras le recordaba cuándo le vencía el contrato. Hasta que su mejor amiga la llevó al sindicato y, gracias a una liberada sindical, ahora el tipo ha tenido que indemnizarla hasta por respirar.


Son muchos los que les deben algo a los sindicatos, y a los sindicalistas: El maestro que pudo denunciar al padre que le pegó en la puerta del colegio, los trabajadores que consiguieron que no les echaran de la RENAULT, la chica que pudo exigir el cumplimiento de su baja por maternidad en su supermercado. Porque también fue una liberada sindical la que se puso al teléfono el día en que despidieron a Julia, la chica de la tienda de fotos, y le ayudó a ser indemnizada como estipulan los convenios; y aquel otro joven que movió cielo y tierra para arreglarle los papeles al abuelo para procurarle una paga medio-decente, porque los usureros de hace 30 años no lo aseguraban en ningún trabajo. Para qué recordar las horas al teléfono escuchando con paciencia a cientos de opositores a los que no aprobaron, gritando e insultado porque en el examen no les contaron 2 décimas en la pregunta 4. O el otro compañero sindicalista, el que denunció a la constructora que se negaba a indemnizar a la viuda de su amigo Manuel, que trabajaba sin casco.


Ya nadie se acuerda de dónde salieron sus vacaciones, los aumentos de sueldo que se fueron consensuando, el derecho a una indemnización por despido, a una baja por enfermedad, o a un permiso por asuntos propios.


Esta sociedad del consumo, prefiere tirar un saco de manzanas porque una o dos están picadas, por muy sanas que estén el resto. Los precedentes televisivos: entrenadores de fútbol, famosos de la exclusiva en revistas, y demás subproductos, se convierten en clinex de usar y tirar dependiendo de las modas. Ahora, en un momento en que los trabajadores deben estar más juntos, arropados y combatientes contra quienes realmente les explotan, aparecen grietas prefabricadas en los despachos de los altos ejecutivos, ávidos de hincar más el diente en el rendimiento de la clase trabajadora.


¿Quién tirará la primera piedra?. ¿Serán los políticos gobernantes, o los banqueros quienes hablarán de dejadez o vagancia?. ¿Tendrán capacidad moral los jueces o los periodistas, de hablar de corrupción en las demás profesiones?. ¿Serán más idóneos para iniciar lapidaciones, los super-empresarios del ladrillo?. ¿En qué profesión se puede jurar que no existen vagos, corruptos, peseteros, o ladrones?. ¿Preguntamos mejor entre la Iglesia o la Monarquía.?.

Pero qué fácil resulta rajar en este país. Siembra la duda, y obtendrás fanatismo barato.

Qué bien asfaltado les estamos dejando el camino a quienes realmente nos explotan cada día. ¡Acabemos con los sindicatos!. Sí. Dejemos que la patronal y los bancos regulen los horarios, las pensiones, los sueldos, las condiciones laborales y los costes del despido. Verán cómo nos va a ir con la reforma del mercado laboral, cuando los sindicatos dejen de existir y no puedan convocarse huelgas ni manifestaciones.


Verán qué contentos se pondrán algunos cuando sepan que ya no estarán obligados a pagar las flores de los centenares de trabajadores que mueren todos los años, a costa de sus mezquindades.


Iñaki Gabilondo.












Comentarios

  1. Bueno poco más cabe añadir a tú comentario y al excelente artículo de Iñaki Gabilondo. Este periodista siempre ha sido un profesional como la copa de un pino, muy tenaz, justo y muy acertado siempre en sus informaciones. Su larga trayectoria en distintos medios lo avalan como uno de los grandes del periodismo de este país. Jamás se ha cambiado la chaqueta como han hecho otros, y siempre ha dicho lo que piensa respecto a la política y políticos del país, y cuando ha tenido que criticar a la izquierda tampoco se ha cortado un pelo. Si los sindicatos siempre han estado mal vistos por el poder, hoy más que nunca están en el ojo del huracán, porque el cruel capitalismo que nos invade, sabe que la única arma que le queda al trabajador para defenderse es el sindicato. Tal y como está la situación ser sindicalista en una empresa es jugarse el pellejo, si cualquiera trabajador lo tiene chungo, a estos son a los primeros que les ponen las peras a cuartos. El usurero, déspota y el empresario malo y fascista sabe que si algún día acabaran cepillándose a los sindicatos, entonces es cuando el trabajador ya estaba por completo a su merced. Hay que defender a los sindicatos y a los que los representan, porque es la única vía de escape para que al menos nos sigan teniendo en cuenta. Que hay sindicalistas sinvergüenzas y aprovechados por supuesto que sí, pero en todas partes se cuecen habas. Todo lo que se ha conseguido en el mundo siempre ha sido gracias a la movilización obrera a través del sindicalismo. Sin ellos acabarían por asfixiarnos, y es lo que pretende el capitalismo, porque el poder absoluto sabe que los políticos poco se mojan por el obrero, y menos hoy que la izquierda es menos izquierda que nunca.

    Un abrazo compañero.

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    1. Si Rafa, amigo.
      Hay que realizar una labor de apoyo crítica y más en estos tiempos de agresión tan brutal del Capital. Yo estoy oyendo por trabajadores de apié comentarios de "¿para qué necesitamos a los sindicatos?, Yo si tenngo un problema con la empresa me voy a un abogado......".

      Hay que ser gilipollas. La clase trabajadora desunida es carne de cañón.

      Un abrazo!!!

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  2. Partiendo de la base de que como fuerza representativa de los trabajadores, los sindicatos son realmente necesarios. No podemos obviar otra gran realidad palmaria. Los sindicalistas también son personas. Dicen que el poder y la cercanía a el corrompen. En mi modo de ver durante demasiados años. Los cuadros directivos de los sindicatos –Tal vez no de forma generalizada pero si evidente.- no han dudado en apuntarse al carro del comadreo político. Descuidando –cuando no ignorando- no solo su función de defensa de los trabajadores. Si no también la elección y supervisión de los cargos representativos de los sindicatos a pie de calle. El resultado la gente oye hablar de sindicatos y solo piensa en una panda de arribistas deseosos de agarrase a un sillón. Ojo, mi mujer era sindicalista e inocente. –Creía en los ideales del movimiento y todo eso- Lo dejó asqueada de sus propios compañeros.

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    1. Y no dudarás de lo injusto de esa generalización. Si toda organización puede regenerarse y conseguimos que los sindicatos vuelvan a ser de clase, tendremos una baza importante. Si eres consciente de ese anquilosamiento y corrupción en la organización lo correcto es dar la vara y no abandonar.
      Es obligación de todos nosotros hacer que los compañeros recuperen la conciencia de clase y la gravedad de la situación.

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  3. La derecha siempre ha arremetido contra los sindicatos con el propósito de destruirlos, porque para la derecha no es bueno, ya que no beneficia los intereses de los explotadores, que los trabajadores tengan representantes legales. Sin embargo, la derecha esconde este verdadero propósito en su discurso, pues no les conviene ser explícitos en ese sentido. Lo peor de todo es que haya trabajadores que se sumen a ese discurso derechista y explotador, es decir, que se sumen a la defensa de quienes los explotan.

    Dicho ésto, cabe añadir que hay que diferenciar unos sindicatos de otros. Desde luego los dos grandes sindicatos nacionales nos representan bastante poco y mal, pero hay sindicatos que son un ejemplo y que su lucha es encomiable, como es el SAT.

    En definitiva, los sindicatos son absolutamente necesarios.

    Un abrazo camarada METALUM.

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    1. De acuerdo con el comentario Victor, hay sindicatos y sindicatos. Creo que ahora más que nunca es necesaria la afiliación y la actividad en asambleas.

      Un abrazo!!!!!

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  4. Los sindicatos estorban porque son útiles. Otro asunto es si cometen errores o no. Y claro que cometen errores porque están dirigidos por personas que se equivocan. Yo sigo pensando que si se ponen juntos errores y aciertos, el resultado final continuaría siendo positivo. Otra cosas es que haya que mejorarlos. Si no fuera así, la patronal y los gobiernos no tendrían ningun interes en desprestigiarlos y anularlos.
    Salud, República y Socialismo

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  5. Dices: "Si no fuera así, la patronal y los gobiernos no tendrían ningun interes en desprestigiarlos y anularlos.".
    Me quedo con eso.

    Un saludo camarada

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